2006/04/12

> Polonia: GOBIERNO INTEGRISTA CONTRA LA HOMOSEXUALIDAD

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  • LGTB · Las declaraciones de los obispos polacos justifican la discriminación
  • EL GOBIERNO INTEGRISTA POLACO DECLARA LA GUERRA A LA HOMOSEXUALIDAD
  • Inspiradas en el credo católico mayoritario, las instituciones de Polonia combinan insultos con prohibiciones y medidas represivas contra las minorías sexuales
  • El Gobierno vaticinó “una noche oscura” para las minorías y anunció que “no habrá tolerancia para los desviados”
  • Un importante sector de la opinión pública polaca parece estar de acuerdo con la política institucional homofóbica
  • PEDRO CARMONA, Diagonal, 28 zbk. [2006ko apirilak 12tik 26ra]

La comunidad de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (LGTB) polaca se temió lo peor cuando en noviembre del pasado año Lech Kaczynski, al frente del partido Ley y Justicia, se convirtió en presidente de Polonia. Años antes, como alcalde de Varsovia, este político ultraconservador no sólo mantuvo una retórica de homofobia sino que prohibió en la capital polaca las manifestaciones del orgullo 2004 y 2005, para frenar “la propagación de la homosexualidad”. Cuando representantes LGTB le solicitaron una entrevista, contestó: “No recibo a pervertidos”. El movimiento LGTB polaco desafió la prohibición y 2.500 personas salieron pacíficamente a la calle, donde se toparon con amenazas de muerte y agresiones físicas por parte de grupos neonazis. El alcalde censuró que la policía no hubiera colaborado con los agresores y convocó la “marcha del orgullo de las personas normales”, que tuvo una nutrida participación de ultraderechistas.

Insultos y prohibiciones

Ante el amenazante resultado electoral de Ley y Justicia y una probable extensión de la política homofóbica del Ayuntamiento de Varsovia a todo el territorio polaco, grupos ecologistas, feministas y LGTB convocaron a sendas “manifestaciones por la igualdad” en Cracovia y Poznan, pocos días después de la toma de posesión del nuevo Gobierno. La manifestación de Poznan fue prohibida a última hora por el Ayuntamiento, aduciendo problemas de seguridad. A pesar de ello, los organizadores mantuvieron la convocatoria, que se saldó con nuevos insultos y agresiones nazis. La policía se negó a prestar protección a los manifestantes LGTB y, en cambio, detuvo brutalmente a 65 de ellos que intentaban formar el símbolo de la paz con velas. A cada uno de los detenidos se les impusieron, por manifestarse sin autorización, multas de 1.250 euros, cantidad muy alta respecto al nivel de vida medio en Polonia.

Desde la formación del nuevo gabinete, las medidas homofóbicas y las descalificaciones institucionales han sido constantes. El primer ministro, designado por el presidente, Kazimierz Marcinkiewicz, del partido Ley y Justicia, prometió defender la “libertad” de los heterosexuales y la familia, amenazada en su opinión por “homosexuales que intentan infectar a los demás su homosexualidad” y planteó prohibir por ley que las personas LGTB pudieran trabajar en colegios, guarderías y hospitales. Miembros del Gobierno vaticinaron “una noche oscura” para las minorías sexuales y anunciaron que “no habrá tolerancia para los homosexuales y los desviados”. El recién nombrado Defensor del Pueblo polaco equiparó homosexualidad y pedofilia y el Fiscal General de Poznan aclaró que “no es ilegal en Polonia insultar a alguien por su orientación sexual”. Asimismo, el Gobierno decidió suprimir la Oficina Gubernamental por la Igualdad de Género, que desarrollaba programas de promoción a favor de los derechos de las minorías sexuales. En los últimos meses se han confirmado actos de acoso policial a la comunidad LGTB en las ciudades de Cracovia, Gdansk, Lodz, Poznan, Varsovia y Wroclaw.

Amnistía Internacional, Human Rights Watch y el Parlamento Europeo –con una resolución– han mostrado su preocupación por estos sucesos. La Conferencia Episcopal polaca contraatacó el pasado febrero pidiendo a las instituciones europeas que “se abstuvieran de interferir en la moral de las personas”, y afirmó que las familias católicas tienen el derecho a defenderse contra “la dictadura del relativismo”. También reafirmó “las diferencias naturales entre hombres y mujeres”, creados como tales, a juicio de la Iglesia polaca, para procrear. Un importante sector de la opinión pública polaca parece estar de acuerdo con esta política institucional homofóbica. En junio pasado, Polonia fue el segundo lugar del mundo donde se llevaron a cabo las mayores movilizaciones convocadas por el Foro de la Familia contra la aprobación en el Parlamento español del derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo. La asistencia sólo fue superada por la manifestación de Madrid.

La resistencia LGTB polaca, aliada a un movimiento de solidaridad bastante extenso, mantiene convocatorias periódicas en distintas ciudades en las que suele repetirse el mismo patrón: obstaculización o prohibición oficial, insultos o ataques de bandas nazis y desprotección o represión policial. Lejos del glamour desentendido de otras capitales europeas, las manifestaciones LGTB en Polonia suponen un acto de fuerte posicionamiento político reivindicativo. Las protestas han comenzado a traspasar las fronteras polacas y el presidente Kaczynski también ha encontrado actos de denuncia en sus recientes visitas oficiales al extranjero: el pasado 10 de febrero la Red por la Liberación Gay de Chicago realizó una concentración de repulsa ante la visita del presidente polaco a la ciudad. El 9 de marzo, en la Universidad Humboldt, de Berlín, varios activistas LGTB interrumpieron el discurso del mandatario polaco coreando consignas que pedían que lo expulsaran del recinto universitario.

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  • El flanco homofóbico de la Unión Europea

Junto a la situación de Polonia, otros gobiernos europeos mantienen una retórica anti-LGTB, cuando no implementan medidas discriminatorias. Así, Letonia y Lituania, con gobiernos de clara inspiración confesional cristiana, aprobaron recientemente leyes que ‘blindaron’ el matrimonio como institución estrictamente heterosexual, evitando que pueda extenderse a parejas del mismo sexo. Grecia, Hungría y Polonia mantienen algún grado de prohibición o penalización de la homosexualidad en sus reglamentos militares; Portugal, Luxemburgo, Italia y Reino Unido mantuvieron restricciones similares hasta fechas recientes. El Reino Unido derogó hace sólo tres años las leyes que fijaban condiciones discriminatorias para las relaciones entre personas del mismo sexo en aspectos como la edad de consentimiento y los requisitos de intimidad. Los territorios británicos de Gibraltar y la Isla de Man fijaban penas de cárcel por homosexualidad hasta hace aproximadamente una década. Más allá de los aspectos legales, países de gran influencia católica como Irlanda, Polonia, Italia o Portugal mantienen un fuerte control social sobre la homosexualidad. El caso italiano es especialmente reseñable: las declaraciones homofóbicas son moneda corriente entre su clase política, lo que le costó al ex ministro Buttiglione la cartera europea de Seguridad, Libertad y Justicia apenas había sido asignado comisario de la Unión; el recientemente dimitido ministro Calderoli, de la Liga Norte, había realizado numerosas alusiones denigrantes contra la homosexualidad.

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