2006/03/21

> HOMOFOBIA LANTEGIETAN

  • HOMOFOBIA LABORAL: experiencias y reflexiones de un entorno laboral
  • XABI

En la empresa que trabajo, somos unas 1.500 personas. Dentro de toda esa fauna, tenemos personajes, como cabe suponer, de todo tipo: gente traficante, drogadictos, alcohólicos, mentirosos compulsivos, ladrones, machistas, gays, lesbianas...
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Mis reflexiones parten de un análisis de la relación que mantenemos entre los compañeros: suelo comprobar que cuando trato con cada individuo a solas, tenemos una relación basada en el respeto y con una pequeña confianza; solemos tener diferentes conversaciones y veo que en general son muy coherentes las cosas que nos contamos.
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Pero las cosas cambian muchísimo cuando nos juntamos tres o más personas en una conversación: generalmente son tonterías las que se cuentan, se habla mucho de deporte (fútbol sobre todo) y de sexo.
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En mi entorno laboral me encuentro en un ambiente totalmente heterosexista: las conversaciones de quién echa más polvos y las constantes alusiones pervertidas acerca del sexo contrario son el tema de cada día.
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Cada uno habla y comparte sus experiencias con quien quiere, pero el problema viene cuando en este tipo de conversaciones hay gente homófoba, pues aparte de realzar tanto su heterosexualidad como su hombría, suelen atacar a toda persona que no piensa como ellos; y esta es la razón por la que toda persona introvertida, vergonzosa, gay... queda metida en un mismo saco, siendo objeto de burla y con la complicidad de todo el grupo.
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El grupo se siente más a gusto identificándose con este tipo de personajes que con gente que es señalada como diferente. Los constantes burlas acerca del MARICON y el ataque feroz hacia las prácticas sexuales homosexuales son claras advertencias de que en esos espacios, donde están estos homófobos, no somos bienvenidos.
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Los ataques verbales se inician con la preguntita irónica de “si eres maricón, raro o gay”, que es lo más simple que te pueden preguntar. A ese tipo de preguntas se aprende a responder, diciendo la verdad y sin buscar ningún morbo, preguntando directamente al homófobo si tuviera algún problema en caso de que yo fuese gay, y normalmente hay termina el ataque.
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Más problemático suele ser cuando el ataque es escrito (en plan anónimo o no): estos actos hay que denunciarlos en el área de personal de la empresa, dado que no se puede tolerar este tipo de actuaciones y ya va siendo hora de empezar a señalar quiénes son los homófobos del taller o de la empresa.
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Si no se produce un cambio radical de actitudes sociales, este tipo de ataques van a seguir existiendo; son, además, actos repetitivos, con el objetivo manifiesto de asustar a toda persona que salga de la heteronorma. En este tipo de entornos los gays podemos pasarlo bastante mal, pues al fin y al cabo son unas ocho horas diarias que debes pasar con estos lamentable “compañeros”.
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Una consecuencia de todo ello es que muchos gays no consiguen asimilar su homosexualidad por ese ambiente hostil de su entorno (no sólo laboral, sino también familiar, social, etc.), condenándose ellos mismos a “armarizarse”, a utilizar en su caso su homosexualidad como simple práctica sexual y no como forma de vida, borrando y ocultando sus sentimientos a los demás, manteniendo una doble vida...
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La cuestión que planteo es la siguiente: ¿Por qué esa presión del entorno?
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Dos son mis posibles respuestas:
- Las personas no se sienten libres para salir de la heteronorma; aun queriendo, no dan el paso por el qué dirá su entorno particular y la gente en general.
- Les molesta que los gays seamos libres y felices con nuestra orientación sexual, así como podamos poner en cuestión su heteronorma (sus “leyes” idiotas que se basan en prejuicios y machismo).
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Aunque nos parezca todo esto tan oscuro, se aprende a convivir en este tipo de ambiente laboral: no haciendo ningún caso a los comentarios que se realicen, a pesar de que los efectos secundarios son de que te tachan de persona antisocial y que no se integra en las conversaciones, pero para oír ese tipo de sandeces y tonterías mejor ni prestarles la menor atención.
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Para combatir este entorno laboral, deberían intervenir activamente los sindicatos y las direcciones de las empresas no sólo para informar sino para formar en el respeto a los derechos de las personas.

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